lunes, 4 de mayo de 2009

Sin entender mucho y sintiendo que no quiero entender deslizo la tela
Como dos piezas de un rompecabezas nuestros cuerpos encastran a la perfección, aunque antes de convertirnos en uno decidimos arremeter uno contra el otro sintiendo una necesidad desbordante de rompernos, poseer una parte del otro.
Jugamos a ser animales, a desgarrarnos en busca de alimento y satisfacción. Nos transformamos en presas una más apetecible para la otra.
Entre cada bocanada de aliento surgen frases, asquerosidades o adoraciones, insultos o suplicas, pedidos salvajes o gritos ensordecedores de placer y agotamiento.
Cuando el ruido de nuestros cuerpos sedientos, entrelazados y cubiertos de la sabia del otro se detiene, brota un momento, un segundo en que la sed cesa y no se escuchan más que dos corazones al ritmo de la locura pidiendo calma.
Cruzamos nuestros labios, creyendo que nuestra saliva y el roce de nuestra lengua pueda alentar nuestros ritmos cardiacos, pero caemos en la necesidad de perder el control nuevamente y soldarnos el uno con el otro intentando que hasta la ultima parte del cuerpo de uno sienta a la del otro.
Una mirada cómplice, incitadora y provocadora te estalla de felicidad y deseo…quiero fundirme en tu alma y decirte cuánto te quiero...

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